Por Ivette Muro
Cacao Magazine
¡Guadalajara huele a tierra mojada!, como dice la canción que recorre el mundo con su nombre y en las calles de "La Perla", pareciera hacerle honor a éste: "Rio que corre entre piedras".
En las mañanas de los días lluviosos, hay un olor único casi imperceptible, entre los humores citadinos, el olor a barro en ciertas calles de adoquín, a tierra en otros, pero lo que más resalta es el olor a chapopote remojado, entre grietas y baches de la metrópoli.
Guadalajara a cambiado... de aquella Guadalajara de antaño conocida como "La ciudad de las rosas" con casas grandes, un patio central, en él una fuente y corredores ventilados con losetas de barro.
Hoy del "Rio que corre entre piedras" quedan reminiscencias de esas fincas y otras que desmoronan sus memorias en el abandono y la lluvia, que azotan el adobe, gotas de pasado y recuerdos viejos.
Las casas de Guadalajara no son las mismas de antes.
Hoy en pequeños terrenos habitan grandes familias sin corredores ventilados, ni losetas de barro.
En aquellas viviendas cuyo camino es Mariano Otero o López Mateos, el aroma a chocolate endulza el aire y en la dulzura de la noche por esas latitudes de lluvia se inundan.
Paseos y caminos rumbo a Tlaquepaque, Tonalá, Zapopan, Tlajomulco, es perfume de cítricos, barro, chile o tomate, valles o barrancas, un aroma que no emborracha pero si estimula.
Se acerca el tiempo de sones y mariachis en el rio que corre entre piedras, nuestra querida Guadalajara, hueles a pura tierra mojada.
Comentario transmitido en La Hora del Juglar - Radio Metrópoli 2017
Ivette Muro - Plumita de Quetzal.
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