por Darío Tinajero
Amigos y hermanos:
En estos últimos días hemos sido testigos de la gran complejidad que se teje cada año con motivo de las fiestas decembrinas, cuando los regalos, la familia, los niños, la cena de nochebuena y demás momentos dulces de este tiempo se mezclan en nuestra mente y en nuestro corazón deseándonos el amor y la paz para el presente y el porvenir.
Así también, en estos días de reflexión y renovación espiritual, surgen cuestionamientos sobre la veracidad de la existencia del amor y la esperanza, donde para estos temas, inclusive el razonamiento y el discernimiento más profundo, afectado por alguna emoción temporal o añejada por los años, puede temerosamente encontrar una solución errada.
Es verdad, vivimos momentos difíciles, y por momentos para muchos de nosotros aquella premisa deducida de algún intelectual sobre el gran pensamiento socialista de Marx; que define a la religión como el opio del pueblo, pareciera tener destellos evidentes de realidad y sobre todo en estos tiempos; pero cuando la tribulación en nuestras conciencias parecen borrar de nuestra miope visión el sendero de la recta razón, no es la ciencia nuestra única luz en el sendero: también el espíritu humano, motivado hasta la eternidad por encontrar la paz que resulta del conocimiento de la verdad, tiene en la esperanza el último gran recurso para enfrentar las perturbaciones diarias, y aunque para algunos es el recurso de un ser débil y sin fortaleza, digno tal vez de la extinción que sentencia el darwinismo en la cadena evolutiva, sépase que en la esperanza reside la fuente más poderosa de la motivación humana.
De manera personal, no es su servidor quien lo sustenta, sino que es el conglomerado del pensamiento de grandes hombres a lo largo y ancho de las líneas de los tiempos.
El fin de esta misiva no es adentrarnos en un debate epistemológico sobre el bien y el mal en el mundo, porque tal vez llegaríamos a cuestionar premisas fundamentales que por el momento no caben en el silogismo temporal de nuestro limitado intelecto.
El motivo de esta misiva es invitarnos a crear esa esperanza en nuestro corazón, fundamentándolo en aquello que ustedes crean que es más poderoso que nosotros mismos...
¿Dios?, bueno, cada quien tiene un nombre para Aquella fuerza que nos motiva a vivir día con día y, fuera de los preceptos de la moral o las tradiciones que tal vez para más de alguno puede causarle un "disgusto", en lo particular, creo que el primer paso para tener esperanza en el espíritu es con el hecho de ser agradecidos…
Agradezcamos a nuestros padres, a la vida, a nosotros mismos, a aquello que trasciende nuestra temporalidad y finitud por lo que mejor nos sintamos en este momento, o por aquello que más nos convulsione en dolor y amargura, y ese acto de gratitud dará un salto al espíritu, donde los corazones de la humanidad se encuentran unidos a una sola voz, en un canto de paz y de quietud, con la certeza de que todo, absolutamente todo, tiene una razón suficiente de su existencia, y que cada cosa y cada circunstancia de nuestras vidas, tiene un objetivo propio y proporcionado por el bien de cada uno de los seres de este planeta.
Recordemos que en muchas ocasiones siempre lo peor ocurre antes de que lo mejor venga.
Tomemos esos momentos como un crisol para nuestra persona, sostenidos en la fe y en la creencia en nosotros mismos, que los momentos difíciles pasarán, donde, en el valle oscuro de los momentos sombríos, la esperanza es la luz, y la razón es la fuerza y constancia con la que damos los pasos firmes en busca del camino de la prosperidad.
Felices Fiestas amigos y hermanos míos, espero verlos pronto, deseando lo mejor para ustedes hoy y siempre.
Con aprecio:
Darío Tinajero
Dirección Comercial
Grupo Fomenti
Cacao Magazine
Comments