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Noches de sueños, familia & paz


Han pasado las posadas, se acabó el ponche y el recalentando...

Se rompieron las piñatas y los hijos ausentes que vinieron de visita, empiezan a marcharse a sus respectivos hogares...

El niñito Dios ha nacido y Santa Claus emprendió de nuevo el regreso al Polo Norte.

Las noches son noches de paz, sin embargo en "la casa de abuela" no solo reinan los sueños, las historias memorables y las anécdotas divertidas.

La reunión familiar, las riñas comunes y sinceras regresaron a ser lo habitual en cada familia: “que si la comida está muy caliente”, “que no le gusta la sopa”, “que no suba el niño los codos”, “que no corran, que van se van a caer”, “¿Y por qué la sobrinita no se ha casado con ese buen muchacho?”,”¿cuándo tienen niños?”, ”¿pero cómo vas a dejar que tu hijo se vaya de intercambio a España?...

Las frases comunes, tiempo perfecto para actualizar las noticias y los chismes familiares que acontecieron en el año, los enojos se olvidan después de una buena comida amenizada entre charlas, buenos deseos y tiempos perfectos.

La casa materna y la casa de la abuela, fungen un papel primordial en estos tiempos, el punto central para la reunión familiar, la madre o la abuela es la cabeza del cordón, quienes preparan la cena, el ponche o los buñuelos para esta noche especial, la casa “se llena de gente”, vienen los tíos con sus esposas y los niños, vienen las hijas a ver su mamá o abuela con los yernos que conversan y cuentan los mejores cuentos.

Así en algunas familias tradicionales sucede el intercambio, la posada, con “unos afuera y otros adentro”, se rompen piñatas y un pequeño baile entre cumbias, banda, tambora y salsa, sin olvidar “el payaso del rodeo”.

En otras familias, se duermen temprano, se cena, conversan, arrullan al niño y después de un pequeño brindis el fraternal abrazo con los hermanos, padres o abuelos. Cada familia es diferente, cada navidad sabe a viejos recuerdos, ausencias pero también a tiempos venideros.

El árbol se rodea luces y esferas, haciendo alusión a la Santísima trinidad, los lazos y campanas son la unión familiar, mientras las esferas representan la bondad eterna.

Los regalos bajo el árbol son bendiciones divinas, más que cuestión material es la representación del niño Dios en nuestro corazón, brindado un obsequio necesario para reconfortar el alma.

La cena navideña es el compartir momentos efímeros con los seres queridos, entre charlas, abrazos y risas, las memorias de los padres y las charlas de los abuelos, las recetas de las tías, las travesuras de los primos y los ladridos del perrito nuevo, son enseñanzas fugitivas para las memorias del alma.

El recalentado, el ponche sin piquete, el chocolate caliente, las tortillas recién hechas, los frijoles con queso, no se acaban después del 25 de diciembre, pues cada día del año en los hogares ,existen sueños, charlas infinitas, cosas sin contar a los abuelos, padres o hermanos, cada tiempo es perfecto para la convivencia en familia.

¡Que en sus hogares reinen las bendiciones infinitas!

¡Felices fiestas!



ivette Muro

-Todos los Derechos Reservados -

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