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Música en el Mercado de los Toros "Don Epifanio"


En los rincones del antiguo barrio del Santuario, niñas y señoras salían con una canasta en brazos rumbo aquel lugar que en el siglo XVIII era llamado el Mercado de los Toros, pues en sus inicios donde hoy habita el Mercado Alcalde, llego a existir la Plaza de toros de nombre: "La Colorada".


El mercado se fue convirtiendo en un lugar de tránsito y comercio, rodeado de mesones, mulas y postas, caracterizado por la venta de flores, frutas y cereales.

Llegaban los arrieros para abastecerse de comida en su afluencia continua.

Para 1880 fue remodelado sin perder su identidad, sin embargo con el paso de los años, el Mercado Alcalde fue quedando como una estampa de la ciudad, pues ahí se confabula la vida, se congrega la tradición con el sabor, el color y la calidez de la gente.

El verde y rojo de los chiles, la masa recién hecha, los nopales picados en las manos de una señora mayor que acompaña con flores de calabaza, el cilantro, las verdolagas y epazotes.

Las trenzas del cano cabello y la alegría reflejada en sus ojos...


Son las manos artesanas que en la añoranza de los pueblos reviven el tiempo, al principio la artesanía en madera y barro guardaba el gusto del arte taurino con la fabricación de pequeños toros aludiendo a "La colorada", con el paso de los años las artesanías fueron cambiando en el mercado por pequeñas bolsitas de mandado con trastes de barro para las niñas y carritos en madera para los niños.


Albergando historias, relatos y memorias el Mercado Alcalde forjo su pasado en el presente y caminando entre chiles, sabores y cítricos en una tarde soleada guardo uno de mis mejores recuerdos:

Ahí se encontraba un hombre de edad avanzada, resplandeciente...

sin ser un personaje histórico, sin pretender el cambio en las políticas o la cultura de nuestra ciudad, sin buscar nada más que amenizar el colorido ambiente del Mercado, ahí estaba el.

Un músico de oficio, con los años encima y una tierna sonrisa, al ritmo de las cuerdas y canos cabellos interpretaba la historia de su vida.

Tenía el, los ojos cerrados mientras sus manos tersas dibujaban canciones antiguas postrando en su cuello las vivencias de un violín viejo.

El Señor Epifanio tocaba en los camiones pero su lugar más preciado solía decir, era el Mercado Alcalde, "ira niña, por las mañanas después de un arroz con leche bronca, el menudo de aquí me llena la panza".

Sus ojos eran pequeños y tenía una nariz respingada, decía que venía casi diario desde camino Zapotlanejo. Setenta y nueve años tenía hace seis años, cuando nos conocimos, en ese Mercado de los Toros.

La ilusión que mantenía viva en el Mercado, era formar un mariachi con una vihuela, su violín y un acompañante que jamás conseguimos para ese guitarrón inexistente.

Pocos ensayos tuvimos, pues él, era un disciplinado músico de oído, amenizo en el violín la llorona, luna de octubre, amorcito corazón en algunos montajes de teatro...

Y de él me quedo el recuerdo de las clases de vihuela, los ensayos con violín en nuestro intento de mariachi al interpretar la canción "ella".

Las charlas y risas en el teatro, una vihuela guardada donde no corresponde, unas manos artesanas que iban más allá de moldear barro, sin embargo cada vez que recuerdo a Don Epifanio, recuerdo que él amaba tocar en el Mercado.



Comentario transmitido en La Hora del Juglar-Radiometrópoli.

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